Dedicada a todos esos papás del mundo que aman, educan y viven
por y para sus hijas.
A esos que alguna vez sintieron pena, dolor, falta de cariño pero perdonaron y siempre estuvieron al lado de sus hijas por el hecho de ser sangre de su sangre.
A aquellos que nunca se despreocuparon intentando que la unión familiar no se rompiera aunque personas antes desconocidas se uniesen a ella.
A todos los que han derramado lágrimas de dolor por sus hijas...
(Paco Kanarion)
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